Cierro los ojos para abrir los sentidos -como cuando creo Haikus-. Escribo esta noche porque me apetece.
Ordenar el caos de la vida que nos envuelve, múltiple y diversa, no tiene sentido. Ese propósito desde lo físico a lo metafísico, de lo mundano a lo filosófico y manejar esa realidad distorsionada o encubierta por alguno de nuestros semejantes como poco es pura utopía. No deja de ser el reflejo de algo percibido empequeñecido o que nos empequeñece incluso fruto de nuestra propia inspiración.
Me refiero al arte. Ese arte que está por encima de toda política barata y como vía de materialización de libertad. Libertad de la que surge creación y oportunidad.
Lejos de la materialización ilusoria de cualquier realidad y mucho menos de hiperrealismos.
Viviendo en el aquí y en el ahora, disfrutando de la compañía de mis seres queridos, ahora durmiendo, miraba absorto como la alegría compartida es más.
Dar amor y conocimiento no puede dar otra recompensa que más amor y más conocimiento, con esfuerzo y con tolerancia. Tolerancia valiente y luminosa como leí en alguna ocasión.
Tolerancia que entierre el empeño de aquellos avaros corazones, las conflagraciones y las guerras que provocan.
Por amor al arte.
Fresca noche del día 7 Agosto de 2014
José Miguel García Molinero © 2014
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